28 de diciembre de 2022

LA ÚLTIMA HOJA

 

En los otoños hay una música que colorea los vestidos naturales de las arboledas. Son los álamos y las choperas de las frondas de los ríos, los  primeros que se dejan acariciar por los ponientes dulzones y se ruborizan utilizando los tonos amarillos y ocres para finalmente dejarse llevar en un baile lento y acompasado. En su danza van buscando posarse en aquellos huecos en donde el rigor de la seca dejo al descubierto la tierra yerta  tapizándola de colores, arropando maternalmente a la Pacha Mama para que bajo su capa nuevamente los verdes vuelvan a renacer. La naturaleza se adorna de esa lirica de colores para enmarcar el inexorable ciclo que permite el tránsito de la renovación, enajenándolo de  tragedia para revestirlo de la estética necesaria que debe acompañarla en este trecho biológico. Los “sapiens”  de hoy medimos el tiempo, porque vivimos desacompasados de las pautas ancestrales. Los tiempos naturales son ajenos a nuestros relojes y calendarios. Estos últimos, a modo de arboles,  se arraciman de hojas artificiales, que dividimos en días a los que les asignamos tutelas, protecciones de divinidades y santorales, advocación arrastrada desde las antigüedades clásicas. Satisfechos o no, de estas protecciones arrancamos las hojas estableciendo nuestro propio orden, a veces sin darnos cuenta que en las fechas que las componen se esconden hechos terribles de cuyo recuerdo nos libramos mandándolos a la papelera que se constituye en pozo del olvido y en relajo de conciencia cínica. En ocasiones, el olvido y la dejación que son trampas para luchar contra el inevitable alcance del tiempo, nos llevan a intentar artificiar la tesis de Agustín de Hipona de que el tiempo sólo es presente, sin pasado ni futuro. Pero eso por más que queramos, el espejo a diario nos muestra que los presentes son efímeros y como las hojas nuestros apéndices vitales comienzan a desgajarse. La cuestión más que agustiniana es senequista. Es tomar conciencia en qué lo empleamos de forma provechosa, con la plenitud aceptada de los ocres y amarillos naturales. Al hilo de ese artificio de la última hoja que marca un final, hay otro más natural: lo que empieza de nuevo, que en cuarta acepción de la RAE, nos dice: Nuevo.- “Distinto o diferente de lo que antes había o se tenía”. Pues se trata de eso. Distinto al avance de las autocracias y la ultraderecha; distinto al descrédito de la justicia. Distinto a esa repetición de la especulación de bienes primarios y de la alimentación, con el consiguiente daño a las clases más desfavorecidas económicamente. Distinto al aumento de la violencia de género. Distinto para que nuestra democracia, no se devalué más. Distinto para concienciarnos de la gravedad del cambio climático. Arranque la última hoja, pero no la tire, sino quiere que las piedras caigan en su  propio tejado. Lo mejor para el cercano año 2023, pero sobre todo que sea distinto.

4 de diciembre de 2022

LA NUEVA ENEIDA

 

Seguro que han oído hablar de Homero o han leído alguna de sus dos obras clásicas: La Iliada yla Odisea. En ambas, la sociedad griega buscó sus orígenes. Sus héroes y sus dioses, formaban parte de la tradición oral legendaria que luego es pasada a la escritura. Roma no tuvo esa suerte, pero Augusto le encargo al gran Virgilio la escritura de La Eneida. En ella se inventaba un gran pasado ficticio que colocaba a Roma a la altura de los griegos y de su legado,emparentando a sus primeros reyes con los dioses de la Grecia homérica. De esa forma los primeros régulos legitimaban un poder que venía otorgado por las divinidades. Los americanos, me refiero a los del norte, no han podido articular nada sobre su pasado, del que apenas han trascurrido cuatrocientos años. A cambio nos han mostrado un presente reinventado por los nuevos virgilios. La novela y principalmente el cine se han encargado de transmitirnos una imagen de verdades a medias. Es cierto que la revolución francesa de 1789 ve la luz dos años después que la de Estados Unidos 1787, pero también es cierto que en esta última están presentes valores de la vieja Europa asentados en el nuevo continente. América fue el horizonte lejano y buscado al que emigró el turco Elia Kazan elaborando una película como “América,América” en la que nos muestra su personal viaje, como Odiseo. Las modernas versiones del denominado “american way life”, nos mostraron un estilo de vida azucaradamente deseado en los social, económico y hogareño. A veces existen cosas que mandamos a ultramar y vuelven mejoradas, como nuestros palos flamencos. Otras cosas no solo no mejoraron, sino que empeoraron. Entre ellas la democracia, y el estado del bienestar, al menos como se formula en Europa. Si miran las estadísticas de personas mayores de 65 años, la diferencia en los unidos estados de Norteamérica y Europa, es abismal. Poca gente llega a los setenta y menos aun a los ochenta. Un modelo social muy dolarizado, para aquellos que su fortuna se lo permite. Los demás: desafortunados. Un escalón cuyo tamaño aumentó a partir de los años setenta. La sociedad americana se ha radicalizado escorándose hacia la extrema derecha expandiendo teorías como el terraplanismo o el creacionismo, para finalmente, asaltar el Capitolio poniendo la guinda a este pastel que intentan exportar al viejo continente. Todo es justificable en estos modelos y así podríamos terminar con un final americano al estilo Billy Wilder en el film, “Con faldas y a lo loco”: Nadie es perfecto.

 Lo de Virgilio sigue dando resultado.


16 de noviembre de 2022

LA META DEL OTRO VERSO

Hace tiempo leía un extenso artículo de opinión con un titular de cabecera que me llamaba la atención: METAVERSO. En una primera fase de acercamiento escudriñé en su estructura descomponiendo la palabra hasta sus raíces. Meta: mas allá, o después de. En su otra parte compositiva, verso, las raíces latinas nos hablan de hilera, línea, surco que da vueltas, haciendo referencia a la poesía. Fuera ya del ámbito de la semántica intuí un concepto contrario a mi imaginativa e inicial interpretación de ese más allá del verso. No vagaba entre estrofas y rimas asonantes, ni tampoco en el “todo uno” del Cicerón cósmico y su universo. En un intento de actualización alcanzo a una media verdad: Dícese del universo tridimensional de ilimitados espacios virtuales, interconectados.  Finalmente la cuestión, a mi juicio, es más sencilla. Se trata de un negocio, para sacarle rentabilidad a los sueños.  Mark Zuckerberg  pretende que todo sea “meta”, especialmente los beneficios.

 Las increíbles realidades de las que los filósofos griegos nos hablaban, acucian a las sociedades actuales, sobre todo cuando estas son generadoras de espacios sociales desiguales, cuyas diferencias lejos de disminuir , crecen y crecen.  Si este mundo no nos satisface, para qué vamos a luchar por cambiarlo. Mejor es mudarnos a otro virtual  en el que cada persona puede habitar en él de ¿manera similar?  al mundo físico.  Como meta dioses creamos un  monigote, representación virtual de modelos sustitutivos al nuestro, y a este nuevo mundo nos trasladamos, no con la idea de encontrar la Arcadia  de la paz  la armonía y el equilibrio, sino de integrarnos con nuestros vicios y si es posible con los de otros cuya práctica es generadora de éxitos. Nuestros sueños, fabricados en los más recónditos rincones  emocionales del deseo,  son suplantados por los desarrolladores informáticos y dirigidos a un fin crematístico. No habrá nada liberador, lo que  ya advertía el pensamiento de Lampedusa: cambiar algo para que todo siga lo mismo, especialmente la desigualdad, porque todo tendrá una medida,  la capacidad económica. Una falsa puerta de salida al laberinto del desencanto.  Japón ya se ha adelantado en el estudio de fenómenos sociológicos de aislamiento. Son los “hikikomori”,  aislados y comunicados con el exterior exclusivamente  mediante la televisión, los videojuegos o el ordenador, con la consiguiente  pérdida de las habilidades sociales y referencias morales.

 La realidad debe hallarse en la experiencia del mundo sensible, nos decía Aristóteles.   Yo  renuncio a ser converso, por adverso a todo lo que sea perverso.

Me quedo sencillamente con el verso,  nacido  emocionalmente,  que da vueltas y vueltas a la esencia más íntima de su creador y que acaba enredándose  como la yedra en los tapiales  del alma del lector o lectora.

Que  mi verso te acompañe. 

8 de noviembre de 2022

NOSOTROS, LOS DE ENTONCES

 

Neruda en su poema XX de  triste y desesperada canción escribía en uno de sus versos: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Nosotros, los de entonces, somos los de antes pero aprendemos a no ser como los que eran mayores, cuando entonces nosotros éramos jóvenes. Tanto el estatus como el rol del mayor en la actualidad difieren de un pasado no muy lejano en el que este colectivo era clasificado como “pasivos”. Ciertamente el marco tanto de salud como económico de los viejos, no era muy halagüeño, pero la sociedad también se encargaba de asignarles ese rol excluyente en el ámbito social. Para una persona de edad, su única trayectoria era caminar hacia el corto ciclo final de su existencia que ya resultaba improductiva. Para los que eran abuelos, aun les quedaba el viático papel de ser aclamado como tótem del clan familiar. Recuerden esa figura de madera, que con diversas formas, era adorada por la tribu: no tenía ningún otro papel. Decía al principio que no somos los mismos. Somos el segundo país más longevo y ello se debe al cambio en ese conjunto de condiciones socioeconómicas y de salud que hemos experimentado positivamente. Los “baby boomers” de los años 50 nos hemos hecho mayores y contemplamos el presente y el futuro desde otros valores y perspectivas. La generación veinte-veintiuno con un pie en cada siglo, habla, opina, reivindica, se mueve, intenta participar y tiene plena conciencia de que su papel, su rol, no es ni de lejos, la de ser pasivos. Creo que el haber sido en nuestros años de juventud actores de los cambios políticos y sociales más importantes nos ha generado una sinergia pegada ya permanentemente a nuestra piel. Fuimos el 68, el 78, el 88, por eso no asumimos los viejos esquemas contra  los que luchamos. Ser mayor, nada tiene que ver con estar “jubilado”, porque este concepto está vinculado exclusivamente al mundo laboral.  El colectivo de mayores en toda su extensión, sigue teniendo muchas cosas que aportar a la sociedad, independientemente del periodo vital que hayan dejado atrás. Tampoco somos “abuelos”, término generalista, usado para tratar al grupo de mayores. Nos identificamos por nosotros mismos y no por nuestras relaciones familiares. El lenguaje no debe ser excluyente. Al igual que avanzamos en el lenguaje de género, hay que progresar en el de la edad. El día 3 se han iniciado las clases del Programa Universitario de Mayores en la UJA. Hay un dato relevante a destacar. La demanda ha superado con creces a la oferta de los más de ocho cursos y actividades programadas. Nuestro ciclo es el de seguir aprendiendo, para no solamente ser mayores, sino ser mejores.  Hemos adaptado un nuevo término, el “lifelong learning”: aprender durante toda la vida, pero con una diferencia esencial, el ajuste de conocimientos no nos los marca el “mercado”, los fijamos nosotros porque por fin hemos aprendido que “el tiempo es nuestro”.

17 de junio de 2022

A VER SI ME EXPLICO

 

Una buena amiga mía utiliza esta frase en aquellas situaciones en las que necesita enfatizar el fundamento final de una idea, a modo de conclusión de su planteamiento. Puede que sea, a mi modo de ver,  la locución que los latinos utilizaban al traducir a Homero en las  situaciones más increíbles y extraordinarias: mirabile dictu et visu. Como mi amiga yo también voy a tratar de explicarme. Retrocedan a finales del siglo XX y primera década de este y recuerden aquella alegre tela de araña que se tejía de la mano de los promotores de la desregulación total de los mercados y la economía, que derivó en las famosas “subprime” hundiendo la teoría de la mano invisible y perfecta del capital. Todo esto sucedió en los Estados Unidos, país en el que el senador McCarthy, hepáticamente cirrótico ,se encargo en los años 50 de iniciar una caza de brujas para limpiar de social comunistas su país y demonizar para los restos cualquier ideología que contuviera atisbos de bienestar social con azufrado demoníaco, a cargo del estado.  El mercado por sí solo lo regula todo. Dejo claro que quienes dirigen la política americana forman parte de una corriente internacional a la que está vinculado el Partido Popular. Cada cual puede adscribirse en donde democráticamente estime, pero no es honrado ocultarlo. Sigo con lo de las hipotecas basura. Empaquetaron productos de muy dudoso cobro y la mejor manera de venderlos era disfrazarlos en preciosos envoltorios financieros con altos tipos de interés. Como el riesgo era alto se encargaron de que las agencias de calificación, que además eran de su propiedad las matricularan con una “AAA”, es decir, con un 0,12% de posibilidades de impago, (To big to fail) (Demasiado grande para quebrar) era el lema de Lheman Brother, empresa que quebró y a la que pertenecía el Sr.De Guindos (luego Ministro de Economía de España, y ahora Vicepresidente del Banco Central Europeo). Cuando la crisis originada por esas corrientes políticas llega a España, el Partido Popular ya se había puesto  la gabardina para evitar que le salpicara e inicia una campaña para señalar como culpable al Presidente Rodríguez Zapatero.  El Parlamento Europeo, controlado por el Partido Popular Europeo, lanza unas medidas de austeridad económica (el denominado austericidio) que hunden a países como Grecia y causan a España un agujero de 80 mil millones de euros en el sistema financiero. Rajoy se erige como salvador de lo que su propio sistema económico ha propiciado y además la mayoría absoluta del electorado lo avala. La post verdad y la mentira han triunfado, ante un pueblo que se deja plácidamente engañar. Luego vendrá la reforma laboral, el empleo precario, el aumento exponencial de la pobreza, la desigualdad y la corrupción. Lo de galletas Siro en Castilla León con 40 años de gobierno de Partido Popular, resultará ser culpa de Felipe Gonzalez. No le den más vueltas. A ver, creo que me he explicado. Sobre todo, porque hay que volver a elegir.

8 de enero de 2021

MI CALLE DE LOS CAÑOS

 

Voy a hablaros de la vida. Mejor dicho de varias vidas. Porque una calle es un trozo de tierra rodeado de vidas por todas partes. Entre otras, de la mía que vio la luz en el numero siete, que antes fue nueve de dicha calle, con fachada de  piedra en la que al parecer estuvo ubicado el Molino de Los Caños de San Pedro propiedad de D. Luis Pérez. Nace en su parte superior hacia el sur en la calle Martínez Molina y desciende en cuesta pronunciada hacia el Pilar de Los Caños y a la plaza del mismo nombre. A su izquierda y junto al pilar se inicia la calle Gregorio Murcia, que toma su nombre del constructor de esta fuente.  Una calle viva. Hecha a la medida de quienes la habitaban que conversaban con los vecinos desde las ventanas y balcones, gracias a la justa anchura de la calle. Dos aceras de viejas losas bordeaban los edificios y entre ellas un empedrado desigual, pero firme, constituían la seña de identidad de una modernidad añeja, pero útil aun, pese a los años que llevaba prestando su servicio, y que permitían que el chuzo del sereno repicara en su paseo nocturno, anunciando una noche segura

Por la calle de Los Caños, se derramaba el tañido de la campana de la Torre del Concejo y vibrante  venia a mezclarse con el agua del raudal de la Magdalena  y desbordarse en las bocas del pilar de Los Caños. 

Seguramente Antonio, enfundado en su bata gris de la que se revestía a diario para regentar la droguería en la esquina de Los Caños con Martínez Molina, desconocía que bajo su local se escondía el minarete de una mezquita del siglo XI que se extendía a lo largo del margen derecho descendente hasta los Baños del Naranjo, cerrando así el binomio urbano de la purificación por el agua y la oración. Sobre esta construcción andalusí consta en el siglo XVIII un edificio propiedad del Conde de Villardompardo, haciendo esquina con la plaza de los Caños de San Pedro y dotada de dos cañones de agua del raudal de la Magdalena. Tenía lindes por su parte de arriba con la casa en la que se ubicaban las antiguas pescaderías cuyo comercio estaba regentado exclusivamente por mujeres. Esta industria dio nombre a la calle como Pescadería Vieja, al igual que la plazuela. Es con la construcción del pilar de Los Caños cuando cambian ambas denominaciones por la de Caños de Santa Clara o Los Caños. Sería en 1763 cuando el edificio se estructura tal comolo conocemos hoy en día como antiguas Carnicerías. El interior fue remodelado en 1920 por el entonces alcalde de la ciudad D.Inocente Fe Jiménez para instalar el Grupo Escolar de Los Caños. Las escuelas fueron abandonadas en los años 70. Además se constata la existencia de otra industria de tinte de madeja. Cas del Tinte de Bullón, es decir, teñido en caliente de bullir, que el profesor Salvatierra sitúa enfrente de las Carnicerías.

Quién sabe si aquel patio de blanco mármol, de la casa del cura,   cuya luz cegaba cuando el sol se adueñaba de él y de su fuente central, no fuera una reminiscencia de las estancias y patios de la mezquita o de los propios baños. También es posible que las modistas que ocupaban la casa anterior nunca fueran conscientes de la historia que atesoraban en sus bodegas repletas de leyendas que luego contaría Ib Ayun, el astrólogo árabe de La Alhambra.

Al otro lado de la calle, en su margen izquierdo descendente, los desniveles de las zonas abiertas eran ocupados, según el profesor Salvatierra por aterrazamientos y huertos entre ellos el denominado Corral de Hernán Ruiz de Beliarte en el siglo XVI.

Las edificaciones señaladas con los números tres, cinco y siete disponían de hermosos patios, sobre todo el numero tres, cuyos tapiales asomaban a la calle de Gregorio Murcia. Es curioso que en el número once hubo una industria de curtiduría, y con el tiempo en aquel edificio donde vivía el Nico y su familia se fabricaban las zambombas que cantaban en la Nochebuena jaenera y que ellos mismos en esa noche acompañaban con la aleluya ronca de los carrizos

Todo esto y más  era una calle. Hoy es otra, porque son otras las edificaciones que la arropan y otros quienes las habitan.  Pero esa será otra historia.

8 de diciembre de 2020

LA MAGA

 Sabes, aquella noche la neblina había dejado una gasa acuosa sobre las maderas del Ponts Des Arts. Acuérdate. Entonces nos asomábamos desde el Quai de Montebello para ver a la señora del Sena, tan esplendorosa y esbelta con las luces de la noche. Como tú cuando te iluminaban los focos de los bateaux, al son de baladas de acordeón, regalándoles tu mirada desde los muros del rio. Al fondo, al oeste de la noche, la otra dama de esbelto cuello nos mandaba destellos y guiños recogidos del Boulevard Clichy. Es muy alta y aunque esté al lado del Sena ve lo que pasa en Clichy. Creo que es de allí de donde copia ese descaro de pícara nocturnidad. Se cual es la razón de traerme en los anocheceres al Ponts des Arts, porque contrario a las normas que dicta la geografía el rio Sena no divide París. Al contrario; lo une porque el Sena en francés es femenino, es “la Seine”, por eso se deja poner todos esos brazaletes para ser enjoyada por los pasos de quienes la cruzan de la “Rive droite” a la “Rive gauche” .Y entre esos arcos iris tan cabalgados de sueños yo he discurrido muchas veces por el Ponts des Arts desde la Rúe de l’Arbre sec con dirección a Quai Celestine buscando ansiosamente a la Maga de Cortázar. Pont des Arts es diadema con flores de pasos y besos. Más de besos que de pasos. En los brazos de Pont des Arts quedaron colgados miles de declaraciones de amor con una creencia de perpetuidad como las férreas ataduras que se prendían en sus barandas. El amor lo ha cegado con promesas metálicas de dorados suspiros, de mañanas que probablemente nunca llegarán a ser pasado. A veces no es el amor tan duradero como la prisión de esos candados cuyas llaves son entregadas a la madre Sena para su eterna custodia. Tan es así que han sido retirados por el Ayuntamiento de París en el temor de que tan grande carga produjera daños a esa pasarela de quereres .Jamás vi hundirse nada por el peso del amor. No importa que el Pont des Arts haya sido desamorado. Los besos robados en un atardecer lluvioso cubrirán sus barandas como enredaderas y volverán a cargarlo nuevamente. Con un amor libre y sin candados. Como es Paris; tan abierto; tan sin ataduras. Lo cruzaré nuevamente y me detendré a ver cómo pasa el gris oliva acuoso de las aguas del Sena y esperaré a mi Maga aunque no llegue nunca. Volverte a ver por ahora, es difícil. Pero París es también imagen soñada. Como tú.

EL DESIERTO DE LOS VALORES

 Tengo suerte cuando mi libre capacidad de opinar, de hacer un juicio sobre algo o alguien, puedo exponerla en un lugar al alcance de un número determinado de personas, en esta ventana de papel. Lo hice en numerosas ocasiones de forma verbal con mejor o peor fortuna en otros tiempos y lugares. A veces para converger, otras para discrepar. En esta última ocasión, he sido adversario leal. Durante el transcurso de la vida de aquellos organismos que forman parte del conjunto social, estos, cada periodo de tiempo se renuevan democráticamente. Lo hacen con sus órganos internos y en ellos se toman decisiones que afectarán al devenir futuro y al fin para el cual fueron creados. La democracia de la decisión se sustenta en la mayoría de aquellos que tienen capacidad para decidir. A veces las decisiones puede que no gusten a un conjunto que no llega a alcanzar el suficiente nivel cuantitativo de consenso para que su opción, del tipo que sea, consiga ser la de mayor aceptación democrática. Incluso puede que la diferencia sea mínima. En este caso, es donde destacan aquellos líderes que al día siguiente de producirse el plebiscito deciden tender la mano generosamente y buscan todos aquellos puntos de consenso que hacen volver a unir las diferentes opciones fortaleciendo el organismo de cuya máxima representación son responsables. Por otro lado, la democracia lleva implícita un contrato de aceptación de reglas y por tanto el respeto a las mismas. Eso es lo que denomino lealtad a las reglas del juego. No siempre es así. Para algunos, desgraciadamente, ese “deber estar” se supedita a la pretensión no alcanzada, subvirtiendo la democracia y la regla. Inician pues una guerra sucia de poner palos en las ruedas de todos aquellos vehículos que canalizan las decisiones legítimas. Siembran el camino de obstáculos de oculta autoría o simplemente cercenan recursos. Cuando las instituciones que albergan a esta plaga de termitas de la democracia miran hacia otro lado y permiten su reproducción, quedan contaminadas. Lo que fue referencia y valor durante muchos años se disipa y el horizonte se queda sin guía. Como una noche oscura en un desierto. Así, andando a ciegas suelen perecer quienes buscan un camino o una salida de un páramo con la brújula de los valores estropeada. En la religión, la fe salva muchas veces las oscuridades y las pérdidas. En el ámbito de otras instituciones como las políticas o sindicales, cuando las ideas quedan relegadas por la ambición y la falta de ética, entonces por mucho que se empeñen, todo será desierto.

ACÁ Y ALLÁ

 Mi padre me mandaba a pelar a la barbería de lo alto de la calle de Los Caños. Realmente estaba en un rellano de la calle Martínez Molina. Una fachada perpendicular a esta vía que la estrangulaba con la confitería La Campana en la otra parte. El local lo regentaba Emilio, hermano del cura párroco de la iglesia de La Magdalena, cuya vivienda estaba a una decena de metros de esta industria. Los curas y los barberos han sido siempre personajes importantes. Un dúo en cuyas manos se ha muñido la vida y las miserias del paisanaje que giraba en su entorno vital. A sus oídos iban a parar lo más selecto del mentidero. Las lenguas se aproximaban bastante más afiladas que las navajas. Rasuraban y degollaban sin destreza ni piedad. La butaca de la barbería tenía una gran ventaja frente al confesionario. En primer lugar no había que ponerse de rodillas, y con la palanquita del pie del sillón, te subía convenientemente para quedar a la altura necesaria. El barbero, al contrario que en el confesionario, ejercía su oficio de pie, con algo más de incomodidad, pero le permitía una libertad de movimientos, de los que carecía el oscuro cajón eclesiástico. El tiempo del rasurado de barba o del pelado, daba lugar a confesiones bidireccionales, cuestión esta que el derecho canónico no permitía. Finalmente la absolución barbera no comportaba penitencia alguna. Es más, una buena propina permitía salir con una dosis de colonia varonil. Chismes de toda índole y pecados de lo más variado eran controlados por aquel dúo. El local de la barbería venía a ser una especia de sacristía laica. Cura y barbero blandían en sus manos dos herramientas fundamentales. Una para la vida del más allá y otra para la del más acá. La mano que se levantaba y perdonaba tus pecados te abría nuevamente las puertas a la vida celestial. La otra mano manejaba una afilada navaja que se deslizaba varias veces por tu cuello y cuya destreza impedía que pasaras a la otra vida. Sin duda alguna ambos personajes compartían el depósito de confianza necesario para salvaguardar ambas vidas: la terrenal y la otra. No debe ser casualidad que D.Miguel de Cervantes introdujera para su universal obra del Quijote a estos dos personajes, el cura y el barbero, con la misión novelesca de reconducir la locura de Alonso Quijano hacia la razón ordenada. Otro D.Miguel, en este caso Unamuno en su obra Vida de D.Quijote y Sancho los retrata: Ante un acto de heroísmo, de locura, a todos estos bachilleres, curas y barberos no se les ocurre sino preguntarse ¿Por qué lo hará? Nunca entendieron la razón de la sinrazón.