5 de mayo de 2011


DEMOCRACIA Y PARTICIPACION CIUDADANA

Los ciudadanos reunidos en Asamblea son la medida de
cuanto existe y de cuánto debe hacerse para procurar la felicidad.
Sofistas Atenienses

Las asociaciones de vecinos forman parte de la columna vertebral socio política de las ciudades. Otra cuestión es el papel que desempeñan o se les deja en la vertebración del marco en el que se integran.
Para llegar a una conclusión sobre su papel actual y futuro, es necesario conocer sus orígenes haciendo un breve esbozo de la trayectoria de los movimientos vecinales.
El gran éxodo poblacional de los años sesenta a las grandes ciudades propicia que la absorción de estas colectividades se realice a costa de asentamientos urbanos periféricos, generando el nacimiento de nuevos barrios con unas características bien definidas.
1) La liberación de suelo sin regulación de planes urbanísticos, y por tanto generador de un urbanismo descontrolado, sin servicios ciudadanos, sin espacios de recreo ni jardines, en los que la especulación inmobiliaria actúa sin cortapisas de ningún tipo.
2) La estructura social de baja y media economía de quienes pueblan estos nuevos asentamientos urbanos les da una característica de proletarización.
En base a estas dos premisas, los analistas sociológicos son coincidentes en que ambas son la causa inicial del nacimiento de los movimientos vecinales que junto a los movimientos obreros fueron esenciales en la construcción e impulso del cambio democrático.
Son por tanto las malas condiciones materiales de los barrios las creadoras de situaciones de conflicto social. Son conflictos de muy diversa índole : conflictos entre la gestión de recursos públicos, entre el capital especulativo y el uso del suelo, conflictos sanitarios, culturales, asistenciales, etc. Así pues los movimientos vecinales se mueven en sus comienzos bajo dos vías que se entrelazan continuamente en sus actuaciones: la interpretación de territorio como lugar en donde se encuentran la ciudadanía para convivir y como espacio generador de conflictos sobre la utilización del territorio.
La Ley de Asociacionismo de 1964, permite la legalización de las Asociaciones Vecinales como fenómeno único en Europa, y entre 1968 y 1970 nacen las primeras asociaciones en Madrid, Barcelona y Zaragoza y hace que estas asociaciones se conviertan incluso en paraguas legales para otras actividades sociales. Su estructura participativa mediante fórmula asamblearia, la dedicación de personas al servicio de la comunidad y la información al vecindario, crean una pedagogía de libertad, de valores cívicos, de igualdad que las definen como escuelas de la democracia y desde las que se acelera sin duda alguna la caída del antiguo régimen y el avance de la transición. Alcaldes, parlamentarios y concejales salieron de estas asociaciones en donde se forjaron para la política y la práctica democrática.
La transición neutralizó en gran medida estos movimientos y mientras se construía un nuevo cuerpo legal para el recuperado estado democrático en el que se concedía por ejemplo el carácter de interés social a las Asociaciones de Consumidores, este se le negaba a las Asociaciones Vecinales. Los políticos desconfiaron de estos movimientos a los que revistieron de un ropaje de “correosos, duros y excesivamente independientes”, “temerosos de un poderoso rival con el que tener que discutir de tú a tu”. Llegamos por tanto al punto en el que se impone la democracia representativa en exclusiva frente a la democracia participativa.
La lejanía de más de cuatro décadas de aquella época a la de hoy nos revela que han cambiado muchas cosas pero los movimientos vecinales siguen siendo eslabón esencial para reforzar los procesos sociales de participación efectiva y grandes tejedores de relaciones sociales y generación de convivencia. La actualización y modernización de los movimientos vecinales dispone de una herramienta democrática, que con muy poco pasado, ofrece un gran futuro: los Presupuestos Participativos.
Los Presupuestos participativos son una fórmula de participación política que pone los recursos en manos de los ciudadanos.
Los presupuestos participativos se ponen en marcha en el año 1989 en la ciudad de Porto Alegre (Brasil) y se basa en tres grandes principios:
• Todos los ciudadanos tienen derecho a participar.
• La participación está dirigida por una combinación de reglas de democracia directa y representativa, realizada a través de instituciones, cuyo régimen interno está determinado por sus participantes.
• Los recursos son distribuidos según un método objetivo basado en una combinación de criterios técnicos y criterios generales
Nuestra Constitución Española en su artículo 9.2 proclama que: “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”.
La política municipalista debe ser el lugar referente en donde se complemente la legítima representación con la necesaria participación, utilizando como instrumento los presupuestos participativos. Los beneficios democráticos son indudables, por cuanto llevan consigo una carga importante de pedagogía política que se alcanza cuando quienes participan mediante este método deben de ponerles presupuestos a las exigencias ciudadanas. La responsabilidad sobre el voto es mayor, y mayor la cercanía ciudadana a los representantes municipales. Se requieren esfuerzos como un mayor conocimiento del territorio, de la sociología de la población, pero también se consiguen acuerdos de mayor eficacia y calidad en los Consejos de Presupuestos Participativos.
Los Presupuestos participativos constituyen una inversión en vecindad, que es la más rentable para la conservación de lo público, siendo los bienes públicos los que realmente dan valor a lo privado.
Podemos resumir en tres epígrafes lo que de positivo comporta gobernar un municipio bajo Presupuestos Participativos:
 Creación de un nuevo espacio público en donde se encuentran los ciudadanos y el poder ejecutivo, que se convierte en el auténtico centro de decisión.
 Existencia de una mayor concordancia entre los servicios públicos que quieren los ciudadanos y los que facilitan los Ayuntamientos.
 Mayor optimización de recursos

La puesta en práctica de políticas municipales mediante esta forma de participación, viene alcanzando buenos resultados como los obtenidos en ciudades como Córdoba, Getafe, Albacete o A Coruña.
El modelo de perfeccionar la democratización de relaciones entre poder público y sociedad civil está en marcha, no dejemos pasar el tren en esta estació