2 de septiembre de 2015

AMORES DE HIERRO




Contrario a las normas que dicta la geografía  el rio Sena no divide París. Al contrario, lo une porque el Sena en francés es femenino, es “la Seine”, por eso se deja poner diademas para ser ENJOYADO por los pasos de quienes la cruzan de la “Rive droite” a la “Rive gauche” 

Y entre esos arcos  iris tan cabalgados de sueños yo he discurrido muchas veces por el Ponts des Arts desde la Rúe de l’Arbre sec   con dirección a Quai Celestine buscando ansiosamente a la Maga de Julio Cortázar.

 Pont des Arts es diadema con flores  de pasos y besos. Más de  besos que de pasos. 

En los brazos de Pont des Arts quedaron colgados miles de declaraciones de amor con una creencia de perpetuidad como la férrea atadura que se prendían en sus barandas. El amor  lo ha cegado con una ceguera metálica de dorados suspiros de mañanas que probablemente nunca llegarán a ser pasado.
 A veces no es el amor tan duradero como la prisión de esos candados cuyas llaves son entregadas a la madre Sena para su eterna custodia.

Tan es así que han sido retirados por el Ayuntamiento de París en el temor de que tan grande carga produjera daños a esa pasarela  de quereres.
Jamás vi hundirse nada por el peso del amor. No importa que el Pont des Arts haya sido desamorado.
 Los besos robados en un atardecer lluvioso   cubrirán sus barandas como enredaderas y volverán a cargarlo nuevamente. Con un amor  libre y sin candados, como es Paris, más libre.

Lo cruzaré nuevamente y me detendré a ver cómo pasa el gris oliva acuoso de las aguas del Sena  y esperaré a mi Maga aunque no llegue nunca.