26 de diciembre de 2009



DE MENGUES Y ACOLITOS VOLADORES


Cuando alguien intenta gestar un proyecto cultural en esta ciudad debe de ponerse en la figura de aquel que estando en la estación de ferrocarril de Jaén situada en su parte más llana y baja, se propone como meta subir andando al castillo.
Condiciones indispensables son la preparación física y la voluntad puesto que a mas de cuestas deberá sortear intrincados callejones siquiera para llegar a la falda del cerro coronado de almenas. No le han faltado ambas condiciones a mi amigo Matías para recorrer esa senda de metáfora y llegar a terminar su obra literaria Leyendas de Jaén y otras Historias, que ha pulido con esmero hasta insertar sus finis coronat opus.


Así mi amigo Matías: Matías Ráez Ruiz, ubetense como el cronista Cazaban, y humanista curioso, se propuso hace tiempo ir recopilando cuentos y leyendas de Jaén. Pero no una recopilación de lo que ahora se llama “copiar y pegar”, sino que ha hecho un uso contrastado de la fuente de transmisión oral, alpargateando una y mil veces los callejones del viejo Jaén.
Utilizando la sabiduría del escuchar ha pasado al papel, letras, palabras y oraciones, contadas con el verbo popular de la calle, a la vez que ha buceado también en las fuentes escritas.

Y ese procesionar callejero lo ha trasladado a su relato mediante itinerarios que invitan al lector a dar vida “in situ”, al trasgo o mengue, al amante despechado, al fraile volador, o a la caverna de mítico significado, cuando no al duendecillo, sin señor que llevarse a la boca, hoy desalojado por la piqueta y al que a falta de piedra vieja que lo acoja, terminará pidiendo asilo en el centro de emigrantes. Así convierte al lector en parte viva de la leyenda y actor de la obra.
Mezcla el relato con el comentario añadido de fino humor (antiguos alumnos cincuentones de la Miga de Piedra…), (el Látigo Rojo), etc. y convierte la heterodoxia en animado rellano que invita a continuar la lectura.

Lo he acompañado en algunos de esos periplos de indagación callejera en donde he comprobado cuanto comento para finalizar junto a él fomentando el PIB de las tabernas que al final son de obligada visita para reparar la fatiga y hambre del mucho andar.

Además practica la filantropía literaria, por cuanto su obra tiene como condición la gratuidad.


El viejo Tucídides en uno de sus relatos históricos hablaba hace dos mil quinientos años del “reconocimiento de los hechos” de estos hombres sabios. La literatura es un campo ingrato para ello y esta ciudad más inhóspita todavía, así que voy a tratar al menos de que estas líneas tengan un efecto balsámico temporal de este mal endémico.

2 comentarios:

Matías D. dijo...

Me descubro ante usted, mosén. Tomo la kipá entre mis manos, agradecido, aunque el viento desrice los bucles de mi calva en el camino.
Difícil es elogiar con gusto y sin pedantes argumentos las sentidas vivencias de magia impregnadas por las piedras nobles de las castradas mansiones y por las sabias voces de sus no menos nobles y resignados vecinos.
Difícil es ver con los propios ojos, los ojos con que mira el sediento de historia olvidada los senderos del destino.
Difícil es, aunque si recapacito y miro yo también con los ojos de quien así me adula y me agasaja, la única posibilidad que cabe en este devenir de sentimientos esgrimidos, es que, el que los emite, sea simple y llanamente un amigo.
Mas si difícil es consignar con cervantina expresión este cúmulo de sentimientos sentidos, más difícil aún resulta dar las gracias no precisas a quien te encumbra y te ensalza.
Y al decir yo no precisas, no con ello estoy incurriendo en descortés actitud, pues lo mismo que una mano no le da las gracias a la otra cuando le ayuda a comer, ni una pierna adula a otra cuando en el camino están, un amigo a otro amigo, un abrazo; pa qué más.
Y hete aquí ahora, amigo mío, que si releo los prolegómenos de los paseos que para todos he hecho, el nombre de quienes me contaron, con gratitud sale, porque a ellos se los debo.
La magia no se bebe en la primera fuente que encuentras, ni el duende se esconde cuco en casonas y tabernas.
Quienes hasta ellos te llevan, son los médiums que trasladan la magia, el misterio, la historia y la leyenda, desde aquel rincón, en el ángulo oscuro que Bécquer cantara, hasta la rama del árbol, y que su pasión histórica y popular va diciendo a los demás “levántate y anda” .
Y eso ha sido conmigo mi amigo Juan Manuel, mosén Badía, un médium, un Lázaro, un jaenero convencido, que con su corazón de alacena, ha compartido desde ella hasta sus más próximos, fábricas de percusión (zambombas), alpargatas encendidas en las entrañas misteriosas y ya vetadas, fustigante editor guanteado, cruces verdes, Huérfanos, Fidelas, y hasta revisiones a bajos, no de coches, en la clínica pública de públicas señoras.
¡Tantos paseos comentados y decantados como el buen vino ante su tinto color!
¡Tantas horas muertas que llenaron de vida mi conocimiento!
¡Tanta complicidad en el decir y en el escuchar!
Juanmita, miles gracias te podría dar, pero no lo digo, porque mi gratitud es de amistad, porque tú eres mi amigo.
Un abrazo.



Presentación libro

La Niña Descalza dijo...

papi...pareces un pastorcillo en la foto!! te falta la cabra!! jejeje. Pero tu sigue haciendo esas caminatas q van muy bien para el cuerpo y el alma.

besosss