17 de abril de 2018

LA GRAVEDAD







La gravedad empujaba a las manzanas de Newton a caer. Esta misma ley facilitaba a su vez la caída de las manzanas que se estaban pudriendo, ya que lo único que hacían era perjudicar al árbol.

Una ley física complementa los procesas y la mecánica biológica.

Gravedad viene de grave  y en su primera acepción en el diccionario de la RAE nos dice:” Que tiene o puede tener peligro o consecuencias perjudiciales” y pone como ejemplo: “error político”.

Esta adjetivación puede aplicarse además de otras de más contundencia gramatical, a los hechos que rodean a la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Sra. Cifuentes. Estas circunstancias, jaleadas y aplaudidas fanáticamente, sin más argumentos que “ser la nuestra”, ponen en evidencia el modelo de forma de vida en común que quieren expandir al resto de la sociedad.

Las leyes que gobiernan la política, debieran ser hermanas de otras tan cuánticamente  perfectas, como la de la gravedad, que ordenan de forma tan maravillosa el universo. Los griegos de la época de Pericles intentaron primero razonar esa perfección universal para luego por medio de la filosofía, aplicarla al ser humano y sus conductas.

Debieron de dar con alumnos como la Sra. Cifuentes,  (de “visión rápida y centraminada de la asignatura, como nos decía el profesor Cazorla en Granada), que malograron el que la política se revistiera de fórmulas para que la ética fuera el primer principio del gobernante. Cuando esto no ocurre, la manzana podrida corrompe al resto, y el árbol, el “demos” griego que es la base política se acaba también corrompiendo.

En política, los medios deben de justificar el fin, y no lo contrario, que es lo que gravemente nos vienen queriendo hacer ver aquellos a los que mediante el contrato social nos representan. La ciudadanía debe de hacer un uso exquisito y meditado de la figura de este contrato y a quien se lo firman, porque delegar dos veces en quien incumple lo pactado, es acto de necios; es decir: engañarse a sí mismo.




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