2 de enero de 2016

LA ILUSION DE UN REY


Si escarbo con profundidad en el pasado, todavía me queda el olor a betún de aquellos zapatos lustrosos que cada  noche del cinco de enero dormían ansiosos de ilusión frente al balcón que abría su alma acristalada hacia  aquella calle estrecha y empedrada cuyo silencio era roto por el rumor del agua del pilar de la plaza de Los Caños.
Noches en que la inocencia hacía tormentosa duermevela esperando que la magia de aquellos que acompañaban al cometa de oriente convirtiera sueños en realidad.  Un alba conjurada de encantamiento y tres vasos de leche casi vacíos nos anunciaban  que nuestra carta había sido leída y nuestras peticiones satisfechas.
El tiempo fue volviendo opacos aquellos cristales hasta que la luz de aquella estrella de enero ya no pudo pasar por ellos. Desapareció el balcón y hasta las piedras que lo cobijaban.
                Pero los años y algunas venturosas circunstancias como los nietos, han desempañado  aquellos cristales de antaño y es propio de la industria del abuelo, recuperar ciertos artificios de la magia, aunque sea con otros papeles.
Para hacer realidad algunos deseos de mayores, ahora están los cargos públicos, pero para las ilusiones no hay más que un cargo al que no te presentas;  te llaman :  el de  rey mago.
No necesitaré una población para ser alcalde, porque lo seré de la inocencia;  no necesitaré un Gobierno para ser su presidente, porqué lo seré de  la ilusión, ni tampoco un país para ser Rey porque lo seré de la magia.
En mi regazo se sentara la ternura y me mirarán ojitos de asombro y mi blanca barba será peinada por manecitas de luceros. Y  cuando el día seis caiga la tarde y  haya descargado todas mis alforjas mágicas, volverá a lucir la estrella del oriente e iré tras ella con mis cofres llenos  de aquello  que no puede ser proveído por ningún cargo público ni comprado por dinero alguno: Ilusión, ternura e inocencia.
Y a las doce de la noche, como en los cuentos, las carrozas serán calabazas y los caballos ratones, pero aquellos que nos hemos puesto la corona mágica seguiremos siendo reyes, porque hemos recuperado la ilusión.
 Este es un secreto que no debéis contar a nadie porque si lo hacéis os pondré sacos y sacos de carbón.

Y  vosotros lo sabéis.

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