DÍAS 5,6,7 y 8
Los primeros días han pasado. Al
principio parece difícil sustraerse a la limitada geometría del camarote. No
solo porque te coarta tu geografía diaria; además te ha robado el horizonte. No
importa. Hay horizontes que no están al alcance de tu vista, porque están
dentro de ti. Son los que sueñas noche tras noche cuando duermes y que se
perpetúan todas las albas. Luego los adornas con rocíos que llenan de perlas
brillantes tus verdes valles salteados de colores florales. Y luego, como una
cinta de terciopelo, te dejas rodear por la adolescente calidez de un sol que
tímidamente extiende su dorada cabellera por tu mágica creación.
Ves, como es posible romper el límite
impuesto, tirar las murallas de Jericó, con la música de la magia interior.
Todavía te queda mirar por el ojo
de buey y contemplar la realidad exterior y ser capaz de distinguir el
horizonte de azules. Arriba las gaviotas. Abajo las estrellas, que por la noche
suben a confundirse con sus hermanas del firmamento.
Y cuando puedas, sube a la
cubierta de tu nave solitaria y canta con
el poeta Paul Valery:
¡Se alza el viento!… ¡Tratemos de vivir!
Cierra y abre mi libro el aire inmenso,
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