No llego a entender la posición
de UGT-A de romper relaciones institucionales con PSOE y Junta de Andalucía,
que en definitiva son lo mismo. El precedente anterior hay que situarlo en 1988,
con la huelga del 14-D.Un desencuentro cuyo fondo no puede compararse ni por
asomo a esta especie de rabieta de desamores temporales. Pensiones y modelos de
contratación sustentaban por aquel
entonces razones de peso para ponernos cada uno en nuestro sitio. Se ganó una
necesaria autonomía, que fue efectiva hasta la retirada de Nicolás.
En Andalucía hay cuestiones que
se han hecho mal, pero en un matrimonio bien avenido durante quince años, todo
se perdona. El amor allana hasta las más oscuras infidelidades.
Siempre he
considerado a la UGT-A malmaridada por un padrino y familiares interesados, que
a la vieja usanza conservadora buscaron pretendiente noble, para una novia cuya
dote era antigua e importante.
Nunca tuvo la novia intenciones
casaderas, ni le preguntaron. Estas uniones, cuando llega la ruptura, nunca se
hace de forma civilizada y al final cada una de las partes esgrime los pasados más
oscuros de la otra.
Hundidos ambos en el descrédito, siempre hay quienes andan
por encima del agua. Los que hemos sido testigos de semejante barbaridad lo
sabemos. Son los que siendo parientes del novio, convenientemente dijeron serlo
también de la novia. Para estos siempre hay tajada segura.
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