No es el otoño epílogo de nada y menos en el amor que se tiñe, ampara y reviste de todo aquello que es propio de lo que transita entre el final de verano y el inicio del invierno.
Hacer comparaciones de cómo fue el amor en otras estaciones es detestable e incluso de mala educación. El ahora y el presente es lo fundamental que son los padres del futuro.
Un viejo poema ZEN nos habla:
Los árboles meditan en invierno, gracias a ello florecen en primavera, dan sombra y frutas en verano y se despojan de lo superfluo en otoño.
El otoño y sus amores se despojan de lo banal, y entre los dorados caminos que la hojarasca de bosques y parques nos traza, respiramos la paz que aleja afanes torturadores o ambiciones que nos deslumbraron.
A mis amigos, que hoy han decidido otoñarse de manera mas formal, les deseo un largo transcurrir, rodeados siempre de todas las características propias de la estación que han elegido y en la que están.
Salud y suerte.
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