19 de febrero de 2020

LA MANO QUE MECE LA CUNA


Hemos asistido, hace unas semanas, al funeral de un óbito que hace tiempo tuvo lugar. El del Brexit. Desde que el premier Cameron convocara aquel referéndum, los británicos tomaron una decisión que se han encargado de afianzar durante el tiempo transcurrido hasta el 31 de enero pasado. 
Pero esta decisión, a mi juicio, se sustenta en un plebiscito cuyo refrendo de 51% a 49%  evidencia una ajustada diferencia de apoyo a la salida de la Unión Europea. La aritmética democrática es correcta. No tanto la política que se va a encontrar con una sociedad polarizada en dos bloques prácticamente iguales. Administrar esta situación va a requerir afinar el arte de la gobernanza política de mano del Sr.Johnson al que le acompaña  una holgada mayoría parlamentaria conservadora, pero carente del toque fino en el diálogo. En los últimos cinco años la sociedad británica ha visto como aumentaba la desigualdad.
 Es en este caldo de cultivo en donde arraigan los populismos y la decisión del brexit no ha sido ajena  a ello. Sobre esto ya apuntaba algo en un anterior artículo  “La nueva Europa”. El tiempo de las emociones se ha acabado ya, incluyendo la enternecedora despedida de Bruselas, con cántico de adiós “boy scout” incluido. Pensar que los economistas y los politólogos van a ser los encargados  de marcar los nuevos rumbos de la Europa comunitaria sería un error histórico tan monumental como el cometido por los ingleses decidiendo darle un portazo al viejo continente.  
Creo que todavía, (al menos en España) no se ha tomado conciencia de que las decisiones en muchas materias no se toman en Madrid. Es cierto que el índice de participación electoral en 2019 con un 60,73% ha estado por encima de la media europea: 50,66%  sin embargo este ejercicio democrático ha de estar acompañado de la exigencia continua a nuestros representantes en todos y cada uno de los días que componen los cinco años de mandato. 
Si nos invade el resentimiento vengativo y facilón como única fórmula hacia el vecino que nos lleva la contraria en la comunidad habremos caído en lo emocional dejando fuera la fría herramienta de la razón.  
Tras el paso de la ruptura hay más cosas. Las bases americanas en Europa se montaron como avanzadilla para combatir la amenaza del “demonio comunista”. La economía europea constituye una seria competencia frente a los mercados de Estados Unidos. 
Inglaterra es sin duda el mejor lugar en donde instalarse y montar un sistema defensivo para frenar economías que erosionen la mejor partida de sus balances: el beneficio.

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