Al principio fue la palabra, y la palabra dijo: hágase la radio. Y la radio se hizo y la radio habitó entre nosotros. Y así ha sido desde que en 1923 iniciara sus emisiones la emisora Radio Ibérica en Madrid, y la primera emisora con licencia oficial, la EAJ-1 de Radio Barcelona.
Y desde entonces el éter, (que es como llamamos los radioaficionados al espacio radio eléctrico) se vio surcado por voces y sonidos compartido con las nubes y los pájaros. La percepción de una voz, como la visión de un cuadro o el sentimiento que nos transmite escuchar una pieza musical es algo absolutamente subjetivo. Hay voces que atraen, que comunican y que pasado el tiempo se asocian como los olores a momentos y sensaciones vividos. La voz y el sonido llegaban a los hogares a través de aquella chimenea que, revestida de madera y llena de luces, nombres y botones ocupaba un lugar preeminente en las casas: el receptor de radio. Era el ara de la modernidad y de la conexión inmediata a las realidades que antes nos estaban vetadas, por lejanía o por otras circunstancias. Todo lo que llegaba a nuestros oídos era por medio de la voz. La voz era generosa y propiciaba que la revistiéramos de una carne y hueso imaginarios. Intensidad, tono y timbre daban rostro a la voz que mágicamente era diferente para cada uno de los radioyentes. El milagro de la multiplicación de los panes y los peces en versión moderna. Una sola voz acogía miles y miles de rostros y de escenas imaginarias.
Esa carencia de imagen propiciaba la creación del que éramos actores y creadores.
La voz nos creó esa memoria del sonido y como decía antes evocadora de momentos y sensaciones.
Pese a los avances tecnológicos yo sigo siendo de ese mundo de la voz y el sonido, porque me deja espacio para crear, porque sólo me ocupa la audición y me deja libre el resto de los sentidos, porque no me somete como la televisión.
Ese descubrimiento de la comunicación universal me condujo con el tiempo a la radio afición, para convertirme en oyente y locutor, y me produjo infinitas satisfacciones abrir los diales de las frecuencias, para dar en una tarde tres vueltas al mundo, cuando no existía ni el internet, ni los móviles, ni la multitud e variantes comunicativas, y hoy aun, pese a todos estos avances tecnológicos, me sigo sentando frente a esa gran ventana para seguir sintiendo el calor y el color de las voces.
Las voces y los sonidos; evocación. Los que nos acompañaron y nos acompañan como un eco lejano. De la primera hora de la mañana de aquel Juan Jose Molina en Radio Jaén: Buenos días amigos deportistas, hasta los “saludos cariñosísimos” de Juan Ramón Lucas.
Recordemos el 13 de febrero, día Mundial de la Radio a actores de Radio Nacional y la SER que nos entretuvieron, con teatro, radio novelas etc.…Juana Ginzo, Matilde Conesa, Guillermo Sautier, Fernando Dicenta, Pedro Pablo Ayuso, al narrador Fernando Varela etc, para sentir que la voz sigue más viva que nunca.
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