Contrario a las normas que dicta
la geografía el rio Sena no divide
París. Al contrario, lo une porque el Sena en francés es femenino, es “la
Seine”, por eso se deja poner diademas para ser ENJOYADO por los pasos de
quienes la cruzan de la “Rive droite” a la “Rive gauche”
Y entre esos arcos iris tan cabalgados de sueños yo he discurrido
muchas veces por el Ponts des Arts desde la Rúe de l’Arbre sec con
dirección a Quai Celestine buscando ansiosamente a la Maga de Julio Cortázar.
Pont des Arts es diadema con flores de pasos y besos. Más de besos que de pasos.
En los brazos de Pont des Arts
quedaron colgados miles de declaraciones de amor con una creencia de
perpetuidad como la férrea atadura que se prendían en sus barandas. El
amor lo ha cegado con una ceguera
metálica de dorados suspiros de mañanas que probablemente nunca llegarán a ser
pasado.
A veces no es el amor tan duradero como la prisión de esos candados
cuyas llaves son entregadas a la madre Sena para su eterna custodia.
Tan es así que han sido retirados
por el Ayuntamiento de París en el temor de que tan grande carga produjera daños
a esa pasarela de quereres.
Jamás vi hundirse nada por el
peso del amor. No importa que el Pont des Arts haya sido desamorado.
Los besos
robados en un atardecer lluvioso cubrirán sus barandas como enredaderas y volverán
a cargarlo nuevamente. Con un amor libre
y sin candados, como es Paris, más libre.
Lo cruzaré nuevamente y me
detendré a ver cómo pasa el gris oliva acuoso de las aguas del Sena y esperaré a mi Maga aunque no llegue nunca.
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