Hace unos días leí la noticia del cese de Juan Ramón Lucas, locutor de RNE, quien a diario en el primer noticiero de la mañana nos saludaba con esa frase, poniendo en los despertares del alma de los españoles un soplo de ilusión fraternal. Sobre todo para aquellos a quienes nadie saluda; sobre todo para aquellos a los que el cariño se ausentó de su casa y de sí mismos. Desgraciadamente estos son cada día más.
Son los cinco millones de parados que caminan por el túnel negro cuya salida no encuentran nunca. Son los jóvenes que tras el esfuerzo personal y el económico de sus familias han logrado conseguir una titulación universitaria para acceder al derecho a prosperar, no pudiendo conseguir un puesto de trabajo para sobrevivir con mediana dignidad. Son los miles de jubilados cuya pensión les da sólo para respirar, en el sentido más estricto del término, y que ahora serán asfixiados con el copago y la subida de los alimentos de primera necesidad. Son, en fin, todos aquellos ciudadanos y ciudadanas que olfatean a diario un horizonte cada vez más oscuro, sin visos de un amanecer sin nubes.
A todos estos, a todos nosotros, Juan Ramón Lucas nos brindaba al menos unos segundos de amanecer ilusionado con su “saludos cariñosísimos”, en la recién nacida mañana de Radio Nacional.
Deben de haber pensado quienes nos gobiernan que esa alegría matutina puede conducir a caminos de la molicie y el despilfarro y no pudiéndole sacar una subida del IVA aprovechable para tapar el agujero provocado por los golfos insignes de este país, han decidido silenciar a Juan Ramón Lucas.
No es bueno que la ciudadanía aspire aire fresco en la información. Lo que es bueno es asaltar la verdad u ocultarla, para que en la oscuridad cuanto más perdidos nos encontremos, nos corra el miedo a raudales por las venas y nos paralice el corazón.
En definitiva es mejor, tal y como dijo la señora Fabra, que “nos jodamos”.
No lo podemos permitir.
Termino estas líneas con el epitafio descorazonador que al cierre de CNN+, pronunciaba Iñaki Gabilondo : “A partir de ahora es seguro que intentaremos conocer y tratar de entender lo que vayamos conociendo; pero no es muy seguro encontrar donde y como contarlo”.
Mi agradecimiento a Juan Ramón Lucas por su honestidad profesional, con la seguridad de que su voz encontrará un espacio libre en donde podamos respirar.
Quizás sea esa la única manera de hacer reversible el epitafio descorazonador lanzado
2 comentarios:
me gustaría que nos gobernasen los que saben, los honrados y generosos de corazón
¿Donde están las otras voces?
Día a día vemos cohartada nuestra libre expresión : LA VOZ QUE CLAMA EL PUEBLO"...
Que fácil resulta quitarse "la paja del ojo"...Pero aunque nos sintamos cad dia más pisados, más hostigados, más presionados, más limitados siempre podrá escucharse un a última frase que hace unos siglos se pronució: "ET PUI SI
MUOVE"...
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