LA QUIMICA DEL CAPITAL
Con la calificación de insuficiente, quedaba, suspensa la asignatura y pendiente para poder recuperar en septiembre, en el marco del antiguo sistema educativo. De esta manera ha quedado la resolución legal que el Gobierno deja a l ciudadano para hacer frente al problema del impago hipotecario y su resolución mediante subasta del bien afecto como garantía.
Conozco bien el paño, después de treinta cinco años de empleado de banca, dedicado al estudio de riesgos y concesión de operaciones durante la mayor parte de mi vida laboral, por tanto no hablo de oído.
Hasta finales de la década de los noventa el mundo financiero se movía con un criterio de concesión del riesgo inspirado en la ortodoxia de tres principios: principio de la capacidad de pago, plazo razonable para el mismo y garantía real acorde con el riesgo asumido. Sobre estas tres columnas se asentaba el buen fin de la operativa y la banca y cajas de ahorro se atenían a ella.
La carrera iniciada el 1998 con la liberalización del suelo por el gobierno de Aznar supuso para el mercado financiero una carrera desenfrenada hacia la avaricia sin límite embaucando a una generación hacia un gasto descontrolado, a través del crédito descontrolado. El aumento desmesurado de la demanda de vivienda, pasando de bien social a elemento especulativo abría la gran tarta del beneficio para cajas y bancos, quienes ofertaban amplias facilidades en la concesión de dinero fácil, mediante la tasación de los bienes inmuebles mas allá de lo que tan solo hacía pocos años era admisible. El negocio era súper rentable en la medida que no solo se percibían beneficios por mediación del crédito concedido sino que estos se incrementaban por la vía de la participación de las entidades de crédito en inmobiliarias y promotoras en las que mantenían participaciones societarias.
Este movimiento de trileros de la economía, y sus palmeros políticos convencían a la ciudadanía que si bien el precio de la vivienda era alto hoy, mañana lo sería más; pero es que además proclamaban el estar haciendo un esfuerzo para que el tipo de interés fuera bajo, cuando este elemento de la economía financiera nunca lo ha sido. El trilero hacía su oficio. Después de varios pases del garbanzo por los tres vasos, la víctima cree saber con seguridad donde se encuentra. Falso.
Los tipos de interés nunca han sido inamovibles, y segundo el endeudamiento a tan largo plazo enmascaraba una restricción futura de gasto. Lo normal era que una hipoteca se concediera a plazos situados entre los diez y quince años y el criterio de endeudamiento no debía de alcanzar más allá del 30% de la masa salarial del deudor. Terminado este período de endeudamiento y restricción de la economía familiar, se incrementaba la compra de bienes de consumo. Por lo tanto no solo se ha hipotecado un bien, sino la demanda interna de bienes con el consiguiente perjuicio para la economía del país.
En el caso de impago de la hipoteca y de la ejecución de la misma, la banca dispone de gabinetes jurídicos frente a los que el ciudadano medio tiene poco que hacer. Iniciado el procedimiento las costas y gastos acumulados duplican o triplican la deuda. Sacada a subasta la vivienda hipotecada es cuestión de dejarla hasta la tercera subasta para adjudicársela por el 50% del valor.
El Sr.Rubalcaba ha errado el tiro y dando varias de cal para la banca suelta una sola de arena para el ciudadano. La única solución a mi juicio es la dación en pago del bien hipotecado, puesto que las entidades financieras sobre tasaron el bien en base a una especulación futura de que el precio de este iría en aumento y cubriría (futurible) el riesgo concedido. En el pecado llevan la penitencia, pero el poder financiero quiere seguir jugando esta partida cambiando peones por caballos, alfiles o torres, dando jaque mate al deudor con poco sacrificio de sus fichas.
Y ha errado el tiro doblemente al acusar a los directores de las sucursales bancarias de hacer tal tipo de concesiones por la rentable consecución de objetivos. Rubalcaba desconoce la química del capital, pese a ser doctor en otras químicas.
Sería tan erróneo como echarle la culpa de los desatinos del gobierno a los ordenanzas de los Ministerios que gestionan cada una de las áreas.
Los responsables de estas políticas no son los directivos de la sucursales, simples empleados del mundo financiero. Son los Presidentes de los bancos y cajas de ahorros que junto con sus grandes asesores obligan a sus directivos a realizar tales tipos de operaciones, pero no bajo la amenaza de que no van a cobrar los objetivos, esos se los birlan alegremente todos los años; no. Los obligan bajo la amenaza de ponerlos en la calle.
Yo invitaría al Sr.Rubalcaba a ir a las reuniones de zona de cada banco, o caja de ahorro en el ámbito provincial y vería como la frase al uso es: y si no le gusta a usted estar aquí hay muchos esperando así que se puede marchar cuando le plazca. Si el Sr.Rubalcaba asistiera, digo, a alguna de estas reuniones, posiblemente no confundiría el culo con las témporas.
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